Las fases de la infancia y de la formación de la personalidad son una propuesta que nace con Freud y perdura hasta el día de hoy, con algunos matices desarrollados por diferentes autores.
Nos centraremos, por la actualidad destacada que ha tenido en las anteriores semanas, en la segunda fase de la infancia o «fase anal». Esta fase del desarrollo de la personalidad está comprendida entre los dos y los cuatro años de edad, aproximadamente, y su nombre puede aludir a la importancia para el niño del control de sus esfínteres. Omitiremos de forma deliberada las teorías de Freud sobre las pulsiones de la libido, la búsqueda del placer y la sexualidad, para centrarnos en un aspecto más cotidiano, más práctico, más de actualidad.
Hemos escuchado, leído o visto repetidamente, desde el inicio del «estado de alarma» decretado por el Gobierno, cómo las personas hacían acopio de elementos que consideraban importantes, hasta el punto de quedar desabastecidos los puntos de venta de determinados bienes. Nos referimos en concreto a la escasez de papel higiénico producida por el acaparamiento.
Resulta llamativo que el papel higiénico sea lo que más haya faltado en los lineales de venta durante los primeros días de aislamiento; al menos es curioso y merece una reflexión al respecto, siendo aquí donde tienen aplicación algunos aspectos conocidos sobre la «fase anal» del desarrollo de la personalidad.
¿Está relacionado el acopio desmesurado de papel higiénico con lo vivido en esa fase de la infancia? ¿Tiene algo que ver nuestro comportamiento a la hora de comprar, vamos a llamarle compulsivo, con nuestra experiencia a tan corta edad? Pue sí, está íntimamente relacionado y lo explicaremos.
Para el niño de dos años comienzan a desarrollarse la individualidad, la autonomía para hacer cosas por sí mismo y la voluntad. Comienzan a plantar cara a los mayores, a hacerse desobedientes y desafiantes, dentro de sus razonables límites. Esta autonomía en esa etapa de la vida está relacionada con el control de los esfínteres, cuestión fundamental para elaborar su personalidad, percibiendo que quiere y puede hacer las cosas y que es saludable para él. El controlar sus deposiciones es un gesto de autoafirmación, tan percibido así por el niño, que podría llegar a utilizarlo para el «chantaje» a sus padres.
Es tal la importancia de esta fase anal, que el niño desea ser acompañado mientras hace sus necesidades. Si se le censura cuando no se controla, podrá llegar a sentirse inferior, percibir que hay algo malo en él. Por esto es importante el equilibrio entre reforzar su individualidad y la tolerancia ante sus incontinencias. Pensemos que el niño en esa edad no tiene otra «arma» en su poder que le permita sentir que quiere y puede hacer cosas por sí mismo. Comienza a buscar sus límites y lo hace probando con los padres, de ahí que pueda darse el caso de usar el control de esfínteres como premio o castigo para conseguir sus fines. ¿Lo hace conscientemente? No, no tiene conciencia de ello, pero sí sabe utilizarlo para su “independencia”.
El papel higiénico, evidentemente, está relacionado con esta fase anal y con el control, no solo de sus deposiciones, sino con el control de la relación con los padres, con el control de la situación que el niño vive, por simple que esta nos pueda parecer desde nuestra visión de adultos. Y esta asociación perdura en nuestra psique: control. Control hasta el punto de vaciar los supermercados de papel higiénico ante una situación que hace tambalearse nuestra autonomía.
¡Tener papel higiénico nos autoafirma y nos hace sentir que queremos y podemos hacerlo, nos hace creer que controlamos la situación!
También en esta «fase anal» se fija la relación dominio/sumisión que se manifestará a partir de la adolescencia y en la etapa adulta, donde a menudo el equilibrio se rompe a favor del dominio, tomando la forma del trastorno antisocial -sin necesidad de llegar a la psicopatía-. El adolescente con frecuencia, y el adulto en muchas ocasiones, creen poder imponer las normas en su entorno, sin respetar los pactos sociales establecidos. Este desequilibrio entre dominio y sumisión fijado en esta temprana fase anal sale a relucir en situaciones como la de confinamiento que vivimos, «sometidos» al control de un tercero, a lo cual nuestro inconsciente responde, con su función reparadora del equilibrio, impulsándonos a la compra exagerada de papel higiénico para sentir que tenemos el dominio de la situación.
Así que, tranquilos, no estamos locos, todo tiene una causa y una razón de ser, aunque a veces no nos demos cuenta del origen de nuestros actos por estar éste encerrado en nuestro inconsciente.
©Con Alma Terapeutas
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