No es este el lugar para enjuiciar hechos desde la conveniencia política, ni siquiera para analizar las múltiples motivaciones que puedan estar detrás del hecho, ya desgranadas en otros lugares de opinión. Tampoco juzgamos si ha sido un lapsus o no, pero esa ha sido la primera explicación que hemos escuchado o leído y la que nos mueve a expresarnos.
Sí es este un espacio para conocernos mejor a nosotros mismos y nuestras relaciones con los demás, y el asunto de referencia apunta tener una profundidad que le hace merecedor de una reflexión al margen de ideologías. Vamos a hablar de la Sombra.
Un lapsus linguae dice su jefe político, a modo de disculpa, que es lo que le ha ocurrido al general en su intervención hablando de las labores de la Guardia Civil para «…minimizar el clima contrario a la gestión de crisis por parte del Gobierno…».
Con esa disculpa, «flaco favor» se está haciendo a sí mismo y al general quien lo dice pues, aunque la R. A. E. define el lapsus como un error involuntario que se comete al hablar, lo que ha sucedido va más allá de lo obvio.
Desde el punto de vista de la psicología profunda, un lapsus tiene una interpretación bien diferente. Todos aquellos pensamientos, sentimientos, comportamientos e impulsos que desde nuestra infancia reprimimos o no nos permitimos, como estrategia para ser aceptados en nuestro entorno familiar, escolar, de trabajo, y para adaptarnos a lo socialmente correcto, no desaparecen de nuestra psique aunque no los manifestemos voluntariamente, sino que han formado un «cuerpo» propio con el nombre de Sombra; continúan «vivos» y pugnando por manifestarse desde un «lugar» de nuestro ser que se ha llamado el inconsciente.
Pues bien, una de las maneras en que la sombra se manifiesta es a través de los lapsus. Coloquialmente lo expresamos, cuando decimos o hacemos algo que no es lo que toca, con la siguiente frase: «Me ha traicionado el subconsciente». Se sabe también que entre lo que hemos reprimido como estrategia adaptativa está lo que no nos gusta de nosotros, lo que creemos no merecer, lo que el entorno no acepta y lo que no nos conviene manifestar.
Por ello, una explicación al lapsus sería que algo «oculto» en el inconsciente del general, algo que no es aceptado y por lo tanto no le conviene decir, pero que existe como realidad, aunque no la manifieste voluntariamente, ha salido a la luz a través de ese supuesto error involuntario al expresarse.
Desde este punto de vista el lapsus tiene una lectura con un calado enormemente más profundo que si nos quedamos en la mera obviedad. Pensémoslo.
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