Nos invita a escribir esta reflexión el caso de un paciente que se ve impelido a modificar una situación familiar estancada largo tiempo, provocando este cambio una reacción de marcada oposición por parte de “los otros” afectados.

Analizaremos la mitología de los dioses Urano y Cronos, ambos también presentes en la astrología, siendo conscientes de que tanto la mitología clásica como la astrología nos hablan de arquetipos psíquicos que forman parte de lo inconsciente colectivo, pugnando por manifestarse.

Para la mitología griega, en el origen solamente existía el Caos, no entendido como desorden, del cual nació Gea (Gaia), la Tierra Madre. Gea dio a luz a Urano que, aunque era su hijo, se convirtió en su amante.

Urano era el dios del cielo, mientras que Gea tenía el control de la Tierra. Arquetípicamente, el primero estaba asociado con el mundo de las visiones y los ideales, mientras que Gea lo estaba con las cosas prácticas y terrenales. Podríamos decir que pertenecían a “mundos diferentes”.

Relata el mito que, noche tras noche, el cielo estrellado descendía para yacer sobre la Tierra, dando lugar al nacimiento de hijos: primero los Titanes, después los Cíclopes, más tarde los Hecatónquiros.

A Urano no le complacía su descendencia y los enterraba nuevamente en el vientre de Gea. Ésta decidió vengarse, fabricando una hoz y alentando a sus hijos para que castraran al padre. Solamente Cronos (Saturno) se responsabilizó de tal tarea. Cuando Urano descendió para cubrir a Gea, Cronos amputó los genitales a su padre y los arrojó al mar. Unas gotas de sangre cayeron a la Tierra, dando nacimiento a las Furias -que conocemos como envidia, venganza y odio-. De los genitales mezclados con la espuma del mar nació Afrodita (Venus para los romanos), asociada a la armonía, la belleza, el equilibrio, todos ellos atributos femeninos y maternos.

El mito, como tal, es algo que nunca sucedió. Pero está sucediendo constantemente en la psique humana. Urano representa un impulso psíquico, un arquetipo, que nos moviliza para cambiar o alterar lo existente, no estando nunca conformes con lo obtenido. Por la otra parte, Cronos se ocupa de “castrar” ese impulso creativo y de cambio. Esta “guerra psíquica” es permanente en todo ser humano: la pugna entre conservar y proteger lo ya existente y nuestra necesidad de variedad y cambio.

Nos sigue hablando el mito de nuestra realidad psíquica: como consecuencia de la castración o represión de nuestro impulso de cambio nacerán las Furias dentro de nosotros, pudiendo exteriorizarlas hacia los que nos rodean o, si no las manifestamos, somatizándolas.

¿Qué ocurrirá si Cronos no consigue “castrar” ese impulso que nos lleva a desmontar estructuras existentes en nuestra vida para obtener otras nuevas? En términos psíquicos lo que ocurrirá es que esas Furias no nacidas en nuestro seno, nacerán en aquellos que se sientan afectados por el cambio que estamos provocando, dando lugar a reacciones de “los otros” que pueden no resultarnos gratas.

El nacimiento de Afrodita nos pone ante otro impulso arquetípico: Puede no ser necesario un cambio “uraniano”, que eche por tierra todo lo existente, ni tampoco un sometimiento “saturnino” que nos impida modificar el statu quo en forma alguna. El amor, la armonía y el equilibrio femenino de Venus nace de la tensión entre el impulso de cambio y la prudencia: Siempre es posible una actitud más flexible que permita cambiar, conservando lo bueno existente.

 

Bibliografía: “Los dioses del cambio”, Howard Sasportas.