Toda realidad tiene diferentes caras o diferentes interpretaciones según la posición de quien la observa. Al menos la realidad tiene dos caras y, por tanto, podemos plantearnos una cosa y la opuesta ante un mismo hecho. Como consecuencia de ello decíamos ayer que «Todo conflicto parte de una limitación», cosa que es totalmente cierta; hoy decimos: «La limitación es condición necesaria para que lo que existe se haya podido manifestar». Aparente contradicción que trataremos de explicar.

¿Qué es antes, el huevo o la gallina? Esta pregunta tiene diferentes respuestas según el enfoque, la metodología o la disciplina que usemos para abordarla. Pues lo mismo ocurre con los límites, de los que podemos afirmar que son origen de conflictos o que son condición sine qua non para que la realidad concreta de un ente cualquiera se manifieste, según nuestra manera de abordarlos o percibirlos.

Nos vamos a centrar en esta segunda manera de entender las limitaciones, pues el que sean una condición necesaria para que se produzca la manifestación es una ley universal, ley que se cumple en la creación del propio Universo como en la creación de todas y cada una de las partes que lo componen:  las partes somos fractales del «todo» y no podemos escapar de esa ley.

rene molenkamp TAMANO WORDPRESSDicen los cabalistas que antes de la creación del Universo no existía nada, solo había deseo de crear, un deseo de dar que lo llenaba todo, una especie de vibración infinita o «esencia» con apetencia de manifestarse en lo que llamamos «existencia». Y que para que ese «Infinito» se pueda manifestar en la existencia, se necesita de una limitación previa, una especie de barrera que permita dar forma a esa infinitud vibrante. Podemos entender este planteamiento si pensamos en la luz y en cómo la percibimos: la luz puede estar presente alrededor nuestro, pero solamente la podemos apreciar cuando ponemos una pantalla delante de ella que la frena, o cuando la luz se restringe y hay oscuridad. Solo entonces la luz existe para nosotros, solo entonces se manifiesta. O si queremos un ejemplo más evidente, la luz que ya existe en nuestro cableado doméstico «en potencia» solamente toma forma visible cuando intercalamos una resistencia que la frena, a modo de bombilla. Esto mismo es lo que sucedió para la creación del Universo, cuando la vibración infinita se puso un límite a sí misma en el que poder manifestarse, pasando de «lo potencial» al «acto».

Si no hay límites no hay formas; sin formas no existe el mundo manifestado tal y como lo conocemos, con sus realidades separadas unas de otras. El límite es una barrera o división al servicio de que las cosas se manifiesten.

Eso que hemos llamado vibración infinita, que está en lo potencial pero no en acto, es la potencia creadora de la realidad que en la cábala se califica como masculina. Pero esa potencia necesita de otra que la restrinja y permita su existencia en las formas, potencia esta que se denomina femenina. Puede parecer abstracto e incluso confuso este razonamiento, pero no estamos hablando de orientación sexual ni de géneros. Para mejor entendimiento de estas dos potencias necesarias y de su papel en la manifestación, podemos recurrir a la biología y analizar cómo se produce la «existencia» de un nuevo ser humano: el proceso llamado capacitación.

«Lo masculino» aporta ciento cincuenta millones de espermatozoides en el acto sexual reproductivo, de los que unos pocos alcanzan la meta y solamente uno es el ganador. Esta restricción de tanta “potencia masculina” la realiza “lo femenino”: la biología de la mujer. En el tracto genital femenino, entre la vagina y las trompas de Falopio, se producen un conjunto de modificaciones sobre los espermatozoides, previas a la fecundación, fruto de las cuales uno entre los ciento cincuenta millones adquiere la capacidad de transformar “lo potencial masculino” en una nueva existencia. Lo femenino frena a lo masculino para que se pueda dar lugar a la manifestación.

Las limitaciones impuestas por lo femenino activan lo masculino potencial. Si no existe lo femenino, no existe lo masculino. Sin lo femenino no hay existencia. Y lo femenino es lo primero que existe para permitir que lo masculino, que está en lo potencial, se manifieste.

Desde este punto de vista, la gallina es anterior al huevo.

© Con Alma Terapeutas 2024

Puedes suscribirte a nuestro blog a través de este enlace https://conalma.eu/blog/ y recibir nuestras publicaciones en tu correo electrónico.