Un día después de la fecha formal. Deberíamos haber escrito esta reflexión ayer, y lo pensamos, pero se ha dado la circunstancia de que sea hoy cuando lo hacemos. No tiene más importancia: el instinto maternal es eterno.

Tenemos referencias desde al menos dos mil años antes de nuestra era, de la existencia del pueblo ario. Para ellos, el origen de todo lo existente era Akasha, algo que intuían como una realidad lumínica, también como una vibración sonora, a la que asociaban una forma similar a un útero materno.

El verdadero salto evolutivo del homo sapiens se produjo cuando consiguió explicar y poner palabras a aquellas ideas e intuiciones que no se podían percibir a través de los sentidos: cuando fue capaz de crear mitos.

Y el primer mito universal consistió en percibir el origen de toda la vida, de todo lo manifestado, en algo intangible a lo que se asoció la imagen de un útero materno. Es decir, provenimos de una fuente maternal, de algo difícilmente explicable pero profundamente maternal, en la que nacemos y evolucionamos sin separarnos de ella. Somos manifestación y parte inseparable de ese instinto maternal.

La Mujer es la representación en la tierra del arquetipo maternal. Sea madre biológica o no lo sea, ella es la que contiene la totalidad de los atributos de la Madre Universal de la que procedemos.

Los arios ya percibían este origen y también que somos inseparables de él, es decir, nacemos de él y permanecemos dentro de él, pues nada existe fuera del mismo. Al igual que un hijo biológico nace de una mujer, su madre, dentro de ella, y permanece unido a ella eternamente por mucho que nos corten el cordón umbilical para sobrevivir.

El vínculo espiritual existente entre la Madre y los Hijos es indisoluble, pues éstos son carne de su carne y la Madre vive en las células de los Hijos.

Si mi madre vive en mí, yo, padre, también contengo ese instinto maternal, aunque esté dando vida a un arquetipo masculino, soy padre y también madre.

Pongamos ayer, hoy, y todos los días, a la Madre en el altar que se merece. Rindamos merecido homenaje a nuestra madre biológica, a la madre de nuestros hijos, a toda Mujer como manifestación de la Madre Universal.