Somos una creación tan perfecta, que creemos que existimos.
Como como diría nuestro maestro de cábala -la tradición mística judía-: «somos el metaverso del Creador, del Ein Sof».
Entendemos que estas afirmaciones suenen incluso alarmantes en muchos oídos. Calma, que vamos a tratar de desmenuzar su contenido.
Una creación es algo nuevo que hasta el momento no existía; es algo producido de la nada. Y ya sabemos que los físicos han determinado que el universo material proviene de algo que en su origen llamaron vacío cuántico -la aparente nada-, aunque en realidad no es un vacío en el sentido literal de la expresión, pues está lleno de energía, partículas y ondas efímeras.
Existencia, por oposición a esencia, es la realidad concreta de un ente cualquiera (R.A.E.). Pero ¿somos esencia o existimos, dado que son aparentemente opuestas? Somos esencia y existimos, habría que decir, si asumimos el hecho de que la realidad tiene diferentes aspectos según desde dónde se la observe. Variar el punto de vista desde el que se observa una situación es un ejercicio muy común en la programación neurolingüística, para hacernos conscientes de que toda realidad tiene diferentes visiones.
Para empezar, pensemos en qué nos sugiere la palabra metaverso. Se le ha dado el nombre de metaverso a un universo más allá de la realidad, donde se fusionan la realidad física y una realidad virtual de tal manera que nos hace sentirnos inmersos en esta última como si existiera. Esto, común en nuestros tiempos, nos trae a la mente el cambio de nombre de la red social más famosa, que ha dado en llamarse Meta, en clara alusión a algo más allá, en un paso más hacia otra realidad -en este caso virtual-, pero que cada día nos acapara más tiempo y dedicación, relegando a un segundo plano otro tipo de relaciones humanas. No solamente el nombre, sino también el símbolo con el que se identifica, el grafo que representa el infinito (∞), han llamado nuestra atención desde que se crearon.
Y resulta al menos llamativo que el apellido del mayor accionista de Meta (Zuckerberg), provenga de origen judío. Es seguro que nada de lo expuesto forma parte de la casualidad: ni el nombre, ni su logotipo ni su origen judío.
Así, unimos tres asuntos: el metaverso -la realidad que Zuckerberg quiere crear o ya ha creado-, el origen judío de Zuckerberg y el infinito -su logo-. Y todos ellos unidos en la tradición del misticismo judío.
El Infinito, llamado Ein Sof en la cábala, es el origen de todo lo manifestado, es decir, lo que en nuestra tradición llamamos Dios. ¿Se habrá elegido este símbolo del infinito para Meta con conciencia de ello?
Según el misticismo hebreo, el Universo, o todos los universos que pudieran existir, tienen su origen en el Ein Sof, que es de quien emana todo lo manifestado. Lo manifestado, además, no está fuera del Ein Sof ni existe independientemente de él, sino que está contenido en él. Es decir, sería como si Dios hiciera un espacio dentro de sí mismo en el que fuera posible manifestar su creación. Por ello decimos que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, de su misma esencia, pues estamos contenidos en él como un hijo está contenido en el vientre materno.
Haciendo un juego mental podríamos imaginar que, si todo lo existente está dentro del Infinito, ¿no será que lo único que existe es el Infinito? Y si lo único que existe es el Infinito, ¿qué somos nosotros?
Es aquí donde la unión de los tres asuntos antes mencionados (el Infinito, el metaverso y nosotros mismos -la Creación en su totalidad-) nos puede llevar a pensar que somos una realidad virtual del Infinito, proyecciones de él dentro de sí mismo o, dicho de otra manera, que constituimos su metaverso.
Tendríamos que añadir, para poner los pies en la Tierra y sin extendernos mucho más, que esta «realidad virtual» que constituimos dentro del Infinito está creada de una manera tan perfecta que, desde nuestra experiencia, “SÍ” existimos en la materia y es el ella donde hemos de llevar a cabo nuestras acciones. Hasta ese grado de sofisticación y excelencia llegó el Infinito en su voluntad de manifestarse. Tanto es así que existimos en la materia y es aquí donde hemos de actuar, nada de quedarnos en la «nube»: pongámonos manos a la obra aquí y ahora.
©Con Alma Terapeutas 2022
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